jueves, 17 de septiembre de 2015

La Calle Silencio

La calle Silencio es un lugar especial, donde las palabras son muy estimadas, donde adquieren la dignidad que merecen… donde el sentirlas siempre es más importante que pronunciarlas.
Allí tan sólo impera lo que su nombre índica… silencio; a veces ocurre que tenga la osadía de adulterarlo un mirlo, con ese trinar que a todos tranquiliza… o quizá el viento, aunque con sutileza, tratando de violar la frondosidad de una higuera que en su orilla soporta cada año el ardor del verano y el gélido invierno… Puede que también, con su atrevimiento, acabe ultrajando a ese que dio nombre a la calle… el Silencio. Ese que se puede llegar a amar, y que en ocasiones se hace tan fácil de odiar… el misterioso, cruel y tranquilizador silencio.
Descansé mi abatido cuerpo en el margen de aquella singular calle… la que me hizo su amigo de por vida… donde al fresco murmullo de un arroyo de alegre caudal, que hacía fértil un pensil cercano que cruzaba, abandoné mi mente, pues el peso de mi alma, que no me daba tregua, me hacía tarea imposible el sujetarla.
Lo que me ocurrió fue único… lo mejor que en mucho tiempo había experimentado.
Mi corazón triste vomitó su dolor, y la paz, ahora latente en el centro de mis entrañas, cobró la luz olvidada que un mal día le arrebataron el conjuro de la suerte y el demonio del destino.
El viento ahora era brisa, en la Calle Silencio, y su arrullo era todo… mi dios y mi diva… mi pasión… mis musas, que otra vez volvieron con alegres atuendos… y festejaron su vuelta brindándome la oportunidad de hacerlas brillar nuevamente… de convertirlas en hadas una vez más, no sin que antes me obligaran a prometer que jamás volvería a herir sus sentimientos… que nunca volvería a humillarlas con mi olvido.
La magia… el hechizo de la calle silencio hizo volver a mí aquel que yo era antes. El hombre que daba valor a la vida… ése que sabía despertar su alma cada día y entregarse a sus sueños.
La calle Silencio me enseñó que la vida no guarda tiempo para dormir, tan sólo concede tiempo para soñar y vivir.
Siempre formará parte de mí… jamás la olvidaré… jamás olvidaré la calle Silencio.

dezabaleta dijo
Una calle Silencio que también podría llamarse calle Reflexión, que nos permite valorar en conciencia el valor de la amistad...
Un cordial saludo
Mark de Zabaleta
suunday dijo
...escribes .me gusta como escribes,...yo tampoco olvidaré ,cuando fluí por la calle Silencio,
Gracias por compartirlo,buenos días.


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