15 Jul 2010
Aquella tarde la brisa suave que corría en el hermoso Paseo Marítimo de
Playa Blanca, me animó a correr por él.
Como siempre que corro, y me gusta hacerlo a menudo, mi mente, al contrario
que mis músculos, se abandona y se relaja, recreándose en aquello que ve, y en
este caso mis retinas se impresionaban con unos acantilados de ensueño que me
enamoraban, y la plenitud de todo un Océano que me inspiraba libertad.
Las caprichosas formas que las piedras volcánicas torneaban a su antojo
para el deleite de los paseantes se sumaban a los alicientes del camino que recorría,
y me invitaban a no cesar mi trote.
Corrí y corrí, y de repente tras una bajada que mis forzadas piernas
agradecieron, un sin fin de mástiles, que conformaban un puerto deportivo, se
desplegaban ante mí.
Abanderado esta vez por la curiosidad, seguí trotando por entre aquellos
barcos, y ya cuando las fuerzas empezaban a fallarme, me detuve en seco ante
una maravillosa visión. Se trataba del velero más hermoso que jamás había
visto.
Sin saber nada del mar, ni de los barcos que lo navegan, aquél navío en
concreto, me secuestro el alma por largo rato. Allí detenido, mientras
recuperaba el aliento que hipotecó mi carrera, no era capaz de quitarle la
vista de encima.
Su dueño debía ser alguien tan soñador como yo, pero mucho más valiente y
afortunado, sin duda, que estaba recuperando aquél velero del año mil
ochocientos y pico.
Su casco al igual que sus mástiles se ofrecían a mi vista lijados, a falta
de barniz, y aún así, nada más verlo, se me vino a la cabeza, que quisiera
cuando menos soñar con él.
Pude observar en su popa su nombre, en grandes letras podía leerse "
BELLA LUCIA ", y de inmediato los cansados motores de mi imaginación
pusieron nombre a mi nueva fantasía, y me convertí en el capitán, aferrado al
timón, y con todo un océano ante mí, cargado de aventuras. y como es mi
imaginación, y la reconduzco a mi gusto, junto a mí, asida por la cintura, mi
mujer, mi Santa como yo la llamo, porque hasta el día de hoy siempre participó
en mis aventuras, y porque para mí es la mujer más hermosa del mundo.
Seguidamente largamos velas, y con vientos de popa que me fueron propicios,
encaré la mar más hermosa de la tierra.
Luego volví a la realidad, pero no sin desear de corazón que aquel navío no
se hundiera jamás, que en breve volviese a navegar, y que su piloto tuviese
toda la suerte del mundo, y viviese las aventuras que dibujo a ratos en ese
lienzo que es mi imaginación, y que a veces, cierro los ojos y doy pinceladas.
Abogado Malaga dijo
Me ha encantado. Hacer volar nuestra imaginación
siempre es bonito y no cuesta nada. En nuestra imaginación todo es posible, por
suerte.
Cierto, y lo bueno que no es necesario demasiado para
que ella nos haga pasar un buen rato.
Saludos.