jueves, 17 de septiembre de 2015

Mariquilla

Cada tarde compro el pan en la misma panadería.
A veces, cuando llego hay una corta cola de clientes esperando ser atendidos, y a la derecha del mostrador, apoyando su codo derecho, observo a una anciana de gafas oscuras y pelo corto y cano.
Mariquilla, que así es como la llama la dependienta, es una clienta un tanto especial.
He observado, ya que a diario acudo a ese local, que cuando se forma la cola que antes mencionaba, Mariquilla se hace a un lado; y cuando le llega su turno, en vez de realizar su compra cede el paso a todos los parroquianos, compartiendo, o tratando de compartir unos minutos de charla con cada uno de ellos.
A veces les cuenta algunos chistes blancos, ciertamente ingeniosos, que me hacen esbozar una sonrisa. Otras, intenta con mayor o menor éxito, dependiendo del talante o el día de que disfruten aquellos a los que se dirige, entablar conversación trascendental, pero tratando de prolongarla todo lo posible implicando para ello a la atareada dependienta, así como a todo el que le rodea.
No son pocas las veces que da con un estirado malaje, que la mira por encima del hombro y hace amago de ignorarla. En ese caso ella baja la mirada y lo deja acabar su compra sin volver a molestarle.
Como dije, se expresa con gracia... con socarronería, incluso cuando llega mi turno, que tengo un carácter serio e introvertido, soy incapaz de negarle una sonrisa y entrar en su juego aposta... quemando unos minutos... dejándome enredar en su diálogo.
Otras veces la veo caminar por el barrio, con sus pasitos cortos, con miedo de pisar de modo indebido, dada su poca visión, sin un destino cierto... como sin saber muy bien donde ir... como huir de su soledad.
No puedo evitarlo... cuando la veo me da que pensar... que diferentes pueden ser las vidas de las personas por capricho de la suerte o el destino. Que contraste... cuantos ancianos pasan sus años dorados al calor de sus hijos y nietos, y en cambio otros como Mariquilla, han de comprar mucho más pan del que consumen, para poder pasar los últimos años de su vida buscando algo de calor en la conversación vacía de unos extraños.
Cuanto de injusta tiene esta perra vida.

Es cierto, a los ancianos se les hace de lado y no se les escucha y lo que es peor se les encierra en residencias en donde quedan solitarios en compañía única de sus recuerdos que en soledad poco a poco van perdiéndose en el olvido. Es muy triste. Un saludo Jose Luís

Pues si Aurora, es verdad. A veces cuando la veo me pregunto cuanto tendrá que contar de la vida esa menuda anciana, y no podrá compartirlo con nadie. Esa idea me angustia.
Un abrazo amiga.

Estimado José Luís: He leído este relato varias veces, y cada vez siento más pena por esta pobre anciana. La presentas "a la derecha del mostrador, apoyado el codo derecho sobre este"; qué triste la soledad de los viejos "mendigando" un poco de simpatía, de cariño; o ni siquiera eso, simplemente un poco de conversación....
Es muy fuerte esta historia, esta sociedad no está hecha para los ancianos, y ¡¡AY!! Me temo que tampoco para los niños.
Un abrazo.
Xabier.

Cierto Xabier... todo es demasiado triste en torno a esta historia... pero por desgracia es real como tantas otras... a esta sociedad... le queda tanto por hacer.
Abrazos amigo.

Los que ahora viven su vejez antes nos dieron todo, lo mucho o poco que tenían, pero todo. Me molesta grandemente cuando no se les presta la atención que merecen, y más cuando las familias no se ocupan de ellos cuando más lo necesitan. Siempre digo que ellos no lo harían. La vida es muy injusta, a veces, como dices, "perra".
Un abrazo, José Luís.

Carisdul dijo
http://lacomunidad.elpais.com/trunk/images/wysiwyg/emoticon_9.gifQué bonito, José Luis. Hay muchas MARIQUILLAS demasiadas. Internet es un buen remedio para curar esta soledad, pero esas pobres mariquillas no han tenido la oportunidad que tenemos nosotros. Con un PC nunca nos sentiremos sol@s, siempre habrá alguien tras la pantalla para darnos un poquito de calor.
Yo he visto muchas, -durante muchos años- en la sala de espera del médico. No estaban enfermas, achaques pero no para estar un día sí y otro también en la consulta; buscaban lo que cuentas, calor humano. Tenían sus achaques, pero su alma si estaba triste, sola, una de las enfermadas más comunes en esas edades y más difícil de curar. Me he emocionado, amigo, lo has contado tan bien que he visto la escena como si estuviese allí. Te escribiré una carta para ella. ¿Sabrá leer?.
Un abrazo, amigo.

dezabaleta dijo
Haces un gran relato sobre esta realidad social. Muchos ancianos buscan simplemente poder conversar con alguien, y no todos tienen medios económicos para pertenecer a un club social !
Saludos
Mark de Zabaleta

Es verdad Fernando, nadie sabe lo que le aguarda detrás de la puerta de esta perra vida, tal como decimos, y la soledad, cuando no es deseada, es sumamente triste.
Un abrazo amigo.

Caris, no se si la pobre sabrá leer, de todas maneras ve muy poco, y por lo poco que he observado, ella es de las personas que huye de la caridad... No se si me entiendes... que cree que su necesidad de compañía no es evidente, y se sentiría humillada si supiese que la mayoría de los habituales de ese comercio somos conscientes de su carencia.
Para mi que con personas como ella no se puede hacer otra cosa que la que hago, perder con ella los minutos que me demande, y tratar de seguirle el juego alargando la parrafada en lo posible.
Hoy día de elecciones en su colegio electoral... Imaginaté a la hora que se acercará a su mesa, y a la hora que terminará votando.
Besos.

Cierto Mark, bastante triste es ya de por sí la vejez, para encima tener que vivirla en soledad, andando de un lado a otro, buscando una compañía siempre efímera .
Saludos Mark.

zar-linda dijo
Mariquilla... hay algo positivo en esta historia, José Luis. Mariquilla es libre, está sola pero es libre, ella busca la compañía, busca la conversación, busca el calor humano y lo va encontrando en esa panadería, con la gente como tú, que son generosos y están dispuestos a darle un ratito de su tiempo.
Las que me duelen son esas personas que son internadas, en contra de su voluntad, en residencias que ven como prisiones y donde, la mayoría de ellos, acaban perdiendo la noción de la realidad. Otra cosa es cuando lo hacen por decisión propia que, aunque les cueste, lo han elegido así.
Besos.
Estrella

popochan dijo
Me ha encantado volver a leerte, querido amigo, y los sentimientos de compasión que transmiten tus palabras. Esas personas que no tienen hijos ni el calor de nadie son a veces las más generosas.
Y sobre tu carácter introvertido: yo no me fío mucho de los que tienen un carácter extrovertido y
dicharachero, a menudo son personas que no tienen mucho que ofrecer...
Además, ese carácter es el que te permite destilar las mejores letras.
Gracias por compartirlas con nosotros, te lo digo de corazón,
de parte de uno que va cada mañana a comprar el pan solo
y habla en para hallar un poquito de calor en una conversación vacía...
... en Chino= Popo.

Visto como lo cuentas , Zar-Linda, es algo mas tranquilizador... si que es verdad que Mariquilla es muy libre, y reparte conversación por todas partes, pero puede también que sea el tipo de persona que se adaptara a un asilo... aunque tienen muy mala prensa, hay alguno de ellos donde muchos ancianos encuentran mas calor del que puedan esperar de algunos de sus familiares. No sé... En este caso todas las soluciones tienen su parte oscura.A ver si me animo un poco y escribo cosillas un Pelín mas alegres.
Un abrazo amiga.
Mi amigo popo... y a mi saber de ti.Ya se que tu sabes mucho de soledad, y de hacer amigos en este medio... y se también que eres una magnífica persona y por ello nunca te faltará nadie con quien conversar... aunque vayas siempre caminando casi por el fin del mundo. Tengo muy claro que sabes disfrutar de la vida, ya que no conoces fronteras en la tierra.
Popo, voy a serte sincero, a menudo me causas envidia sana, lo confieso, porque eres justo lo que a veces me gustaría ser, pero no tengo tu valor.
No dejes de llevarnos por el mundo de tu mano, a nosotros, a este puñado de amigos.
Un abrazo popo, con toda la fuerza de mi corazón.


















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