lunes, 21 de septiembre de 2015

Los duendes del cuarto del fondo

Siempre disfruté saboreando una buena taza de café. Y mucho más cuando lo hago en mi habitación preferida de la casa, en el cuarto del fondo, rodeado de mi mundo; pequeño, insignificante casi, envuelto por cuatro paredes de las que cuelgan cuadros a los que nunca presté la atención que merecen.
A pesar de que el lugar es pequeño guardo en aquel espacio mis recuerdos... mis recuerdos y mis letras, y con ellas mis personajes... sus vidas... algunas escritas, y otras, las más valiosas, aún por escribir.
Con ese café, mientras siento la tibieza de la porcelana que lo contiene entre mis manos, y el silencio, roto únicamente por el susurro de las olas del mar que invaden mi espacio más preciado con el bronco murmullo de su bravura, me sumo en un extraño éxtasis, complicado de explicar... dulce pero no plácido, la expectativa... la inquietud a lo que acontecerá en breve me perturba... me excita. La perspectiva ante el contenido de esas letras que acabarán escribiéndose solas, pero a la vez que saldrán de mi pluma, me produce una sensación, como digo, imposible de explicar.
Luego los miro, están ahí, justo enfrente, mis duendes; que bajo el árbol cansado, tan inmortal como ellos, no paran de reír, jugar y beber, como si no hubiese nada en cualquiera de nuestros dos mundos que ensombreciera sus caracteres.
Los miro envidioso. Y ajenos a mi presencia y a esa mirada que les clavo continúan en sus quehaceres de duendes, que parecen vacíos, pero que en realidad tanto me aportan.
Entonces ocurre el milagro. Uno de ellos me mira... destacan en él sus orejas largas, (orejas de duende), y al sentirse observado no tarda en ofrecerme una sonrisa, mientras brinda por mí con su copa de ambrosía... de magia.
Ahora sí... su espíritu se funde con el mío trasladándome a ese lejano país donde habitan los duendes... contagiándome otra vida... lejana a esta... donde la muerte no tiene cabida.
Entonces, embriagado por esa esencia, retomo mi novela, esa que nunca es la misma pero que siempre estoy escribiendo, y sus personajes, que se hacen tan reales como yo mismo, y que despiertan de su letargo, cobrando la vida que merecen, se aproximan y me dirigen sus miradas. Y ellos solos se posicionan en mi obra, y van guiándome hasta culminar un nuevo capítulo, o dos, hasta que las agujas del reloj, que no tienen la decencia de detenerse, acaban con el hechizo, y me vuelven aquí, a mi mundo que no es el de los duendes, eso sí, con mi pluma cansada y con el sabor del papel aún en su plumín, pero con un trozo más de una historia contada... con un pedazo más de unas vidas vividas, de unas vidas que ya son inmortales, las de mis personajes, y que seguirán viviendo rato a rato, cada vez que yo pueda cobijarme frente a esos pícaros duendes, y robarles un poco de su magia.

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juande dijo


Hola, José Luis, buenas tardes, qué tal…?
Creo que todos (o casi todos) los que escribimos tenemos un cuento que nos retrata en un cuadro en ese momento mágico cuando estamos en la nube de la inspiración sumergidos entre letras que se transforman en vidas desde nuestros pensamientos.
En el mío… que lo escribí ya hace varias lluvias allende los mares, hablaba de un pajarito mágico y de un escritor que se quedaba dormido… en ese momento era cuando el pajarito se paseaba por salón, revoloteaba los libros de las estanterías y luego se ponía a saltar sobre el teclado… Como es lógico, cuando luego despierta el escritor… ve un documento escrito que al principio no reconoce pero luego lo utiliza en el libro que está escribiendo. 

º . . º 
V

…………………………Juande, escritor.
Se pueden ver mis libros en este enlace


…………………………Mayo de 2012. 
Buenas Juande.
Es verdad, siempre hay un lugar, un objeto, que sabe sacar lo mejor de nosotros, donde nuestras vidas cobran unos matices que nos hacen ser más creativos, y nos sentimos más cómodos escribiendo.
Un saludo amigo.
José Luis, tus palabras llenas de sensibilidad y de magia, seguro que esos duendes te ayudan a escribir un libro bien bonito y digno de leer. Maravilloso espacio para escribir, escuchando el diálogo del mar.
Un abrazo.
A ver Aurora... a ver que hacen esos juguetones duendes. Y si nunca la termino de escribir, habrán merecido la pena los ratos que pasé junto a ellos, en que me he sentido yo mismo y mucho mas vivo de lo habitual.
Un abrazo.
Amigo Libertad, que mejor homenaje a una madre que ese que le rindes tú a la tuya. Ese en que le demuestras que su recuerdo no te abandona.
La vida siempre es más dulce y llevadera cuando nuestro recuerdo nos acerca a los seres queridos.
Un fuerte abrazo amigo.
Paso de puntillas para no entorpecer tu escritura. Sigue disfrutando de esa habitación, ese cuarto del fondo, en medio de tus recuerdos y con un agradable olor a café como si de un telón de fondo se tratase.
Un abrazo, amigo José Luís.
No es necesario que pases de puntillas. Hoy no me apetece irme de copas con los duendes, prefiero dar una vuelta por entre todos vosotros, mis amigos, de los que hace demasiado tiempo que no sé.
Abrazos amigo Fernando.
popochan dijo
que texto tan profundo e inspirado!
Se me ocurre que podría ponerlo en la contraportada de tu novela.
Cuando la gente lo lea, seguro
que les habrás despertado el gusanillo por leerla.
Menos mal que hay gente que ama y siente las letras como tú.
Espero tus duendes provoquen en tí chorros de tinta
y lluvia de páginas.
Compártelas con los que te queremos.
Popo.
Popo, amigo, me emocionan tus palabras, son las personas como tú las que me animan, a, por muy poco tiempo que me quede, no dejar de acercarme por estos lares. Un abrazo.
Bienvenido José Luís: Con tal bagaje cultural en tu cabeza y en ese rincón tan acogedor que describes, -rincón idóneo para la obra del escritor,- no me extraña que salgan tan buenas letras de tu pluma, con las cuales que nos regalas de vez en cuando. ¿Tu libro? Ya sabes, lo importante es disfrutar en el camino hacía él.
.
Un fuerte abrazo.
Xabier.
Buenas Xabier.
Perdona que haya tardado en contestar. Desde luego que es muy cierto. Lo que merece la pena son los buenos ratos que esos personajes son capaces de ofrecerte, y como llegas a empatizar con ellos, tanto, que a veces los sientes reales, de carne y hueso.
Un abrazo.
Qué nunca se acabe la magia de tus letras, y siempre te acompañen esos duendes que hacen brotar gotas de letras para formar historias tan bellas como cuentas. Un saludo,
Bella descripción de tu "sancta sanctorum" literario y de esas criaturas risueñas que con sus travesuras te sirven de puente entre el mundo real y el mundo ficticio, el de la fantasía, el de la magia. Porque la escritura, lo que imaginamos, es pura magia, y si la aprecias de verdad, sintiendo tu espíritu colmado de algo que te llena de paz y de satisfacción, se puede decir que ya andas en el buen camino. Pero cuidado, no hay peores enemigos para esa fuerza mágica que la arrogancia y la vanidad. Entonces todo está perdido y los duendes son los primeros en evaporarse.
Me ha gustado mucho esta sincera y hermosa declaración acerca de tu pasión por la escritura y por el noble arte de contar historias. El mejor tesoro que podamos hallar...
Salud, amigo José Luis



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