Siempre disfruté saboreando una
buena taza de café. Y mucho más cuando lo hago en mi habitación preferida de la
casa, en el cuarto del fondo, rodeado de mi mundo; pequeño, insignificante
casi, envuelto por cuatro paredes de las que cuelgan cuadros a los que nunca
presté la atención que merecen.
A pesar de que el lugar es pequeño
guardo en aquel espacio mis recuerdos... mis recuerdos y mis letras, y con
ellas mis personajes... sus vidas... algunas escritas, y otras, las más
valiosas, aún por escribir.
Con ese café, mientras siento la
tibieza de la porcelana que lo contiene entre mis manos, y el silencio, roto
únicamente por el susurro de las olas del mar que invaden mi espacio más
preciado con el bronco murmullo de su bravura, me sumo en un extraño éxtasis,
complicado de explicar... dulce pero no plácido, la expectativa... la inquietud
a lo que acontecerá en breve me perturba... me excita. La perspectiva ante el
contenido de esas letras que acabarán escribiéndose solas, pero a la vez que
saldrán de mi pluma, me produce una sensación, como digo, imposible de
explicar.
Luego los miro, están ahí, justo
enfrente, mis duendes; que bajo el árbol cansado, tan inmortal como ellos, no
paran de reír, jugar y beber, como si no hubiese nada en cualquiera de nuestros
dos mundos que ensombreciera sus caracteres.
Los miro envidioso. Y ajenos a mi
presencia y a esa mirada que les clavo continúan en sus quehaceres de duendes,
que parecen vacíos, pero que en realidad tanto me aportan.
Entonces ocurre el milagro. Uno de
ellos me mira... destacan en él sus orejas largas, (orejas de duende), y al
sentirse observado no tarda en ofrecerme una sonrisa, mientras brinda por mí
con su copa de ambrosía... de magia.
Ahora sí... su espíritu se funde
con el mío trasladándome a ese lejano país donde habitan los duendes...
contagiándome otra vida... lejana a esta... donde la muerte no tiene cabida.
Entonces, embriagado por esa
esencia, retomo mi novela, esa que nunca es la misma pero que siempre estoy
escribiendo, y sus personajes, que se hacen tan reales como yo mismo, y que
despiertan de su letargo, cobrando la vida que merecen, se aproximan y me dirigen
sus miradas. Y ellos solos se posicionan en mi obra, y van guiándome hasta
culminar un nuevo capítulo, o dos, hasta que las agujas del reloj, que no
tienen la decencia de detenerse, acaban con el hechizo, y me vuelven aquí, a mi
mundo que no es el de los duendes, eso sí, con mi pluma cansada y con el sabor
del papel aún en su plumín, pero con un trozo más de una historia contada...
con un pedazo más de unas vidas vividas, de unas vidas que ya son inmortales,
las de mis personajes, y que seguirán viviendo rato a rato, cada vez que yo
pueda cobijarme frente a esos pícaros duendes, y robarles un poco de su magia.
juande dijo
Hola, José Luis, buenas tardes, qué tal…?
Creo que todos (o casi todos) los que escribimos
tenemos un cuento que nos retrata en un cuadro en ese momento mágico cuando
estamos en la nube de la inspiración sumergidos entre letras que se transforman
en vidas desde nuestros pensamientos.
En el mío… que lo escribí ya hace varias lluvias
allende los mares, hablaba de un pajarito mágico y de un escritor que se
quedaba dormido… en ese momento era cuando el pajarito se paseaba por salón,
revoloteaba los libros de las estanterías y luego se ponía a saltar sobre el
teclado… Como es lógico, cuando luego despierta el escritor… ve un documento
escrito que al principio no reconoce pero luego lo utiliza en el libro que está
escribiendo.
〜 〜
º . . º
º . . º
V
…………………………Juande, escritor.
Se pueden ver mis libros en este enlace
…………………………Mayo de 2012.
…………………………Mayo de 2012.
Buenas Juande.
Es verdad, siempre hay un lugar, un objeto, que sabe
sacar lo mejor de nosotros, donde nuestras vidas cobran unos matices que nos
hacen ser más creativos, y nos sentimos más cómodos escribiendo.
Un saludo amigo.
auroraaguado64 dijo
José Luis, tus palabras llenas de sensibilidad y de
magia, seguro que esos duendes te ayudan a escribir un libro bien bonito y
digno de leer. Maravilloso espacio para escribir, escuchando el diálogo del
mar.
Un abrazo.
Un abrazo.
A ver Aurora... a ver que hacen esos juguetones
duendes. Y si nunca la termino de escribir, habrán merecido la pena los ratos
que pasé junto a ellos, en que me he sentido yo mismo y mucho mas vivo de lo
habitual.
Un abrazo.
Amigo Libertad, que mejor homenaje a una madre que ese
que le rindes tú a la tuya. Ese en que le demuestras que su recuerdo no te
abandona.
La vida siempre es más dulce y llevadera cuando
nuestro recuerdo nos acerca a los seres queridos.
Un fuerte abrazo amigo.
fernandomaria dijo
Paso de puntillas para no entorpecer tu escritura. Sigue
disfrutando de esa habitación, ese cuarto del fondo, en medio de tus recuerdos
y con un agradable olor a café como si de un telón de fondo se tratase.
Un abrazo, amigo José Luís.
Un abrazo, amigo José Luís.
No es necesario que pases de puntillas. Hoy no me
apetece irme de copas con los duendes, prefiero dar una vuelta por entre todos
vosotros, mis amigos, de los que hace demasiado tiempo que no sé.
Abrazos amigo Fernando.
popochan dijo
que texto tan profundo e inspirado!
Se me ocurre que podría ponerlo en la contraportada de tu novela.
Cuando la gente lo lea, seguro
que les habrás despertado el gusanillo por leerla.
Menos mal que hay gente que ama y siente las letras como tú.
Espero tus duendes provoquen en tí chorros de tinta
y lluvia de páginas.
Compártelas con los que te queremos.
Popo.
Se me ocurre que podría ponerlo en la contraportada de tu novela.
Cuando la gente lo lea, seguro
que les habrás despertado el gusanillo por leerla.
Menos mal que hay gente que ama y siente las letras como tú.
Espero tus duendes provoquen en tí chorros de tinta
y lluvia de páginas.
Compártelas con los que te queremos.
Popo.
Popo, amigo, me emocionan tus palabras, son las
personas como tú las que me animan, a, por muy poco tiempo que me quede, no
dejar de acercarme por estos lares. Un abrazo.
javierdemurga dijo
Bienvenido José Luís: Con tal bagaje cultural en tu
cabeza y en ese rincón tan acogedor que describes, -rincón idóneo para la obra
del escritor,- no me extraña que salgan tan buenas letras de tu pluma, con las
cuales que nos regalas de vez en cuando. ¿Tu libro? Ya sabes, lo importante es
disfrutar en el camino hacía él.
.
Un fuerte abrazo.
Xabier.
.
Un fuerte abrazo.
Xabier.
Buenas Xabier.
Perdona que haya tardado en contestar. Desde luego que
es muy cierto. Lo que merece la pena son los buenos ratos que esos personajes
son capaces de ofrecerte, y como llegas a empatizar con ellos, tanto, que a
veces los sientes reales, de carne y hueso.
Un abrazo.
Cristina LuzdeLuna dijo
Qué nunca se acabe la magia de tus letras, y siempre
te acompañen esos duendes que hacen brotar gotas de letras para formar
historias tan bellas como cuentas. Un saludo,
Javier Carrasco dijo
Bella descripción de tu "sancta sanctorum"
literario y de esas criaturas risueñas que con sus travesuras te sirven de
puente entre el mundo real y el mundo ficticio, el de la fantasía, el de la
magia. Porque la escritura, lo que imaginamos, es pura magia, y si la aprecias
de verdad, sintiendo tu espíritu colmado de algo que te llena de paz y de
satisfacción, se puede decir que ya andas en el buen camino. Pero cuidado, no
hay peores enemigos para esa fuerza mágica que la arrogancia y la vanidad.
Entonces todo está perdido y los duendes son los primeros en evaporarse.
Me ha gustado mucho esta sincera y hermosa declaración
acerca de tu pasión por la escritura y por el noble arte de contar historias.
El mejor tesoro que podamos hallar...
Salud, amigo José Luis
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