09 May 2010
Tengo sobre mi escritorio un marco digital. Nadie se lo planteó
así nunca, pero creo que es un bonito legado que hace la tecnología al mundo de
los sentimientos.
En él aparecen retazos de gran parte de mis recuerdos… de momentos
inolvidables, fotos de personas que compartieron conmigo el pasado y dejaron en
mí una huella imborrable.
Me hace feliz encontrarlo cuando llego abatido del trabajo… cada día, de
manera indistinta y azarosa, me presenta en la pequeña pantalla que conforma su
marco una nueva imagen… una etapa de mi vida pasada, algún prójimo que la
compartió, o incluso mi Santa, que aparece contrariada por ser víctima de una
foto robada, sin el previo ritual que precisa una pose como dios manda.
El destello de esa imagen en la oscuridad de mi escritorio me hace
detenerme y pensar sobre la representación de turno.
Hoy, como habitualmente, me detengo unos minutos parado delante del
marco con el dibujo de la foto reflejado en mis retinas, y al poco reacciono y
rememoro sobre el sujeto protagonista del día. Una leve carcajada mental, de
esas que se producen pero no se exteriorizan, se me viene a la cabeza. Se trata
de mi tío… mi Tío Joaquín.
No debiera provocarme la risa su recuerdo, porque ya falleció, pero fue
tanto lo que en su vida nos hizo reír y disfrutar que simple hecho de
recordarlo ya me alegra el alma hasta ese punto.
La instantánea es de pocos años antes de su muerte, ya andaba aquejado de
una enfermedad cardiaca, y su cara se ve un matiz desdibujada, sin embargo su
sonrisa… esa que permanece en mis recuerdos es tan especial como lo fue siempre.
Mi tío fue un hombre que por uno de esos errores de Dios, no fue bendecido
con hijos, y esos huérfanos del limbo que no llegaron a ser nacidos no podían
imaginar que pedazo de padre era el que se perdieron.
Mis hermanos y yo nos aprovechamos de ello, él nos instaló en su corazón
como si fuésemos sus propios hijos, y nosotros lo quisimos como se quiere a un
padre. La vida junto a él era maravillosa, cada vez que venía a pedirnos
prestados a nuestros progenitores, nosotros, nerviosos de felices que éramos,
por ser conscientes que daríamos un arañazo a nuestra infantil monotonía,
corríamos a sus brazos. Era un dios de la broma fácil, las que nos hacían reír
de niños, y supo crecer en su humor y adecuarlo a nuestras edades, y hasta el
último día de su vida tuvo el temple suficiente para comportarse como toda su
vida, hacernos felices y arrancarnos sonrisas. Recuerdo aquél treinta y uno de
diciembre en que fuimos a visitarlo, ya muy desmejorado, y nos despidió con una
de sus bromas. Pocas horas más tarde nos comunicaron su fallecimiento.
Debo agradecer a ese marco de fotos que de vez en cuando me lo presente…
sin embargo el de mi Tío es un recuerdo que jamás me abandona, y que me hace
ser mejor.
fernandomaria dijo
Entrañable escrito en recuerdo de tu tío, por lo que
cuentas una persona que supo vivir la vida disfrutándola. Aunque los recuerdos
siempre nos acompañan, el marco digital ayuda a ello.
Un abrazo, José Luís.
Un abrazo, José Luís.
lolita dijo
tantas veces que te metes conmigo y nos reimos ( unas
veces con mas gracia que otras). hoy me has hecho llorar. besitos. la pini pon
envoltura dijo
Leer tu texto tan cercano y afectuoso es recordar a
nuestros tios/as que nos trataban con mucho cariño y, guardamos el mejor
recuerdo de ellas/os. Bonito relato. Saludos.
Carisdul dijo
No todas los niñ@s tiene la suerte de tener titos como
el tuyo y el que yo tuve. Esos mimos son inolvidables, dan lo que no han podido
dar como padres pero multiplicado por mil.
Como siempre, me has emocionado.
Besos, José Luis.
Besos, José Luis.
Cierto Fernando, supo disfrutar de la vida, y nos
enseñó a disfrutarla a nosotros.
Un abrazo.
Casi siempre me meto con gracia eh¡¡¡ Pini. Lamento
haberte hecho llorar.
Un beso.
Claro que sí, amigo libertadveinte... mucho... pero
mucho más importante que ser tito... je...je.
Un abrazo amigo.
Me alegra que te haya gustado envoltura.
Besos.
Es verdad Carisdul, sólo algunos somos afortunados.
besos para ti también amiga.
popochan dijo
Yo no me traje ninguna foto de mi familia a China
cuando me vine,
necesitaba dar un paso al frente.
Y ahora me alegro, todo el timepo que habría perdido llorado mirando esas fotos
lo he ganado riéndome, amando y creando.
Las anclas en el pasado
necesitaba dar un paso al frente.
Y ahora me alegro, todo el timepo que habría perdido llorado mirando esas fotos
lo he ganado riéndome, amando y creando.
Las anclas en el pasado
NUNCA te dejan navegar.
Popochán.
Popochán.
Popo es que a mi mirar las fotos no me hace llorar, al
contrario me hace sonreir, además los recuerdos no son anclas son la materia
prima para construir la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario