lunes, 6 de octubre de 2014

El marco digital

09 May 2010

Tengo sobre mi escritorio un marco digital. Nadie se lo planteó así nunca, pero creo que es un bonito legado que hace la tecnología al mundo de los sentimientos.
En él aparecen retazos de gran parte de mis recuerdos… de momentos inolvidables, fotos de personas que compartieron conmigo el pasado y dejaron en mí una huella imborrable.
Me hace feliz encontrarlo cuando llego abatido del trabajo… cada día, de manera indistinta y azarosa, me presenta en la pequeña pantalla que conforma su marco una nueva imagen… una etapa de mi vida pasada, algún prójimo que la compartió, o incluso mi Santa, que aparece contrariada por ser víctima de una foto robada, sin el previo ritual que precisa una pose como dios manda.
El destello de esa imagen en la oscuridad de mi escritorio me hace detenerme y pensar sobre la representación de turno.
Hoy, como habitualmente, me detengo unos minutos parado delante del marco con el dibujo de la foto reflejado en mis retinas, y al poco reacciono y rememoro sobre el sujeto protagonista del día. Una leve carcajada mental, de esas que se producen pero no se exteriorizan, se me viene a la cabeza. Se trata de mi tío… mi Tío Joaquín.
No debiera provocarme la risa su recuerdo, porque ya falleció, pero fue tanto lo que en su vida nos hizo reír y disfrutar que simple hecho de recordarlo ya me alegra el alma hasta ese punto.
La instantánea es de pocos años antes de su muerte, ya andaba aquejado de una enfermedad cardiaca, y su cara se ve un matiz desdibujada, sin embargo su sonrisa… esa que permanece en mis recuerdos es tan especial como lo fue siempre.
Mi tío fue un hombre que por uno de esos errores de Dios, no fue bendecido con hijos, y esos huérfanos del limbo que no llegaron a ser nacidos no podían imaginar que pedazo de padre era el que se perdieron.
Mis hermanos y yo nos aprovechamos de ello, él nos instaló en su corazón como si fuésemos sus propios hijos, y nosotros lo quisimos como se quiere a un padre. La vida junto a él era maravillosa, cada vez que venía a pedirnos prestados a nuestros progenitores, nosotros, nerviosos de felices que éramos, por ser conscientes que daríamos un arañazo a nuestra infantil monotonía, corríamos a sus brazos. Era un dios de la broma fácil, las que nos hacían reír de niños, y supo crecer en su humor y adecuarlo a nuestras edades, y hasta el último día de su vida tuvo el temple suficiente para comportarse como toda su vida, hacernos felices y arrancarnos sonrisas. Recuerdo aquél treinta y uno de diciembre en que fuimos a visitarlo, ya muy desmejorado, y nos despidió con una de sus bromas. Pocas horas más tarde nos comunicaron su fallecimiento.
Debo agradecer a ese marco de fotos que de vez en cuando me lo presente… sin embargo el de mi Tío es un recuerdo que jamás me abandona, y que me hace ser mejor.


Entrañable escrito en recuerdo de tu tío, por lo que cuentas una persona que supo vivir la vida disfrutándola. Aunque los recuerdos siempre nos acompañan, el marco digital ayuda a ello.
Un abrazo, José Luís.

lolita dijo
tantas veces que te metes conmigo y nos reimos ( unas veces con mas gracia que otras). hoy me has hecho llorar. besitos. la pini pon

envoltura dijo
Leer tu texto tan cercano y afectuoso es recordar a nuestros tios/as que nos trataban con mucho cariño y, guardamos el mejor recuerdo de ellas/os. Bonito relato. Saludos.

Carisdul dijo
No todas los niñ@s tiene la suerte de tener titos como el tuyo y el que yo tuve. Esos mimos son inolvidables, dan lo que no han podido dar como padres pero multiplicado por mil.
Como siempre, me has emocionado.
Besos, José Luis.

Cierto Fernando, supo disfrutar de la vida, y nos enseñó a disfrutarla a nosotros.
Un abrazo.

Casi siempre me meto con gracia eh¡¡¡ Pini. Lamento haberte hecho llorar.
Un beso.

Claro que sí, amigo libertadveinte... mucho... pero mucho más importante que ser tito... je...je.
Un abrazo amigo.

Me alegra que te haya gustado envoltura.
Besos.

Es verdad Carisdul, sólo algunos somos afortunados.
besos para ti también amiga.

popochan dijo
Yo no me traje ninguna foto de mi familia a China cuando me vine,
necesitaba dar un paso al frente.
Y ahora me alegro, todo el timepo que habría perdido llorado mirando esas fotos
lo he ganado riéndome, amando y creando.
Las anclas en el pasado
NUNCA te dejan navegar.
Popochán.

Popo es que a mi mirar las fotos no me hace llorar, al contrario me hace sonreir, además los recuerdos no son anclas son la materia prima para construir la vida.


















No hay comentarios:

Publicar un comentario