miércoles, 8 de octubre de 2014

En el primer banco


22 May 2010

Acostumbro a escuchar con atención las noticias matinales. La, generalmente, agraciada locutora detalla con elocuencia noticias, sobre cuyo contenido podría hacer trabajar muy duro a mi pluma. Sin embargo no lo hago. Gracias a mi madre, sabia y persuasiva, que una vez, tras explicarme que la política es algo muy íntimo y desagradable sobre lo que tan sólo debe hablarse en familia, me hizo prometer que nunca escribiría sobre ello, ( y créanme que hoy por hoy estoy plenamente convencido de que está sumamente arrepentida de haberme avocado a ese compromiso, dado que es con ella, con quien me desfogo, por ser la más guerrera en la palabra, y por discrepar en ligeros matices con mis ideas, cuestión que yo me encargo de acentuar hasta límites exagerados ,hasta llevarla a un nivel de exaltación en sus desacuerdos, que termino temiendo que tal acaloramiento perjudique a sus niveles de tensión, y zanjo el tema a debatir con una broma fácil, que le haga sucumbir a su enfado y esbozar una sonrisa).
Sin embargo hay otro tema de actualidad, sobre el que se habla mucho últimamente, demasiado quizás para tratarse de una organización que entiendo que debería brillar por su humildad, y no por los distintos escándalos de que son protagonistas sus representantes.
Sí… se trata otra vez de la Iglesia.
El tema de la fe es algo que me preocupa. Sobre todo porque reconozco que aún hoy no he sabido posicionarme al respecto. Pero es mi lucha interna y personal y a nadie más que a mí puede afectar. Estoy seguro que después de todo no seré el primero que tarda toda una vida en descubrir a su Dios, a mi manera, y de un modo pleno.
No obstante de la Iglesia si que he sacado muchas conclusiones, y en su mayoría no muy favorables.
No puedo resistirme a pensar que el Vaticano es una multinacional creada para obtener dividendos, y que el alto clero que lo rodea no son más que sus ejecutivos más agresivos.
Pero lo que en realidad me exaspera es como su tropa, (muchos de esos curas que tienen repartidos por el mundo, que se han acomodado en parroquias, y son adulados por intransigentes parroquianas, de esas que piensan que la que fornica desnuda acaba conociendo el infierno de Dante), van haciendo la guerra por su cuenta enarbolando prepotencia y egocentrismo, en nombre de ese Dios, que estoy seguro que de existir no puede ni verlos, pero que no dudan en mencionarlo como parapeto para sus dudosas acciones.
La última… la escuché la otra mañana en el noticiario. Un sacerdote, como siempre al abrigo de la feligresía local, decide ser protagonista de una nueva atrocidad en nombre de Dios, y eso es muy especialmente lo que mueve mi crítica, que se aprovechen de la fe, y la buena voluntad de los creyentes para imponer su voluntad. Que apelen a lo sobrenatural para amparar sus pequeñas fechorías. Francamente me cuesta mucho callar y mirar hacia otro lado cuando los seres humanos sufren por causa de tanta imbecilidad y tanta intransigencia.
Resulta que una hermosa joven, coronada reina de las fiestas de un pequeño pueblo de Toledo, se le niega ocupar los primeros bancos de la iglesia, como es costumbre, por ser islámica.
Vamos a ver… es que no se expresarme bien cuando me ciega la ira… querido ministro de Dios… si tú… el que te niegas… que no sé cómo te llamas y en estos momentos no hay nada en este mundo que me importe menos que eso, tú has sopesado que puede pensar esa chiquilla de nosotros los católicos… que va a pensar de nuestro Dios, sino que es absurdo y embustero. Querido sacerdote, ( y que conste que hago un soberano esfuerzo por canjear mi ironía por todas las palabras mal sonantes que no puedo evitar, se me paseen por el entrecejo en estos momentos),donde está la humildad que predicaba Jesucristo… donde sus palabras de amor y transigencia… cual es el catecismo de todo a cien que te dieron a estudiar en el seminario… como crees que se sienten con tu valiente causa tus compañeros, los misioneros que se juegan la vida para dar un vaso de agua a un niño, y enseñarles el padrenuestro, importándole un bledo su raza o religión, y a los que insultas y menosprecias con tu arrogancia.
Vuélvete a la sacristía, a engatusar a viejas y sacarles las limosnas con tu verborrea, la Iglesia no te necesita, y con Dios ya saldarás cuentas, sin embargo la sociedad y tus superiores deberían, cuando menos amonestarte.
Lo siento mama… sé lo que me espera… pero es que no me he podido callar.


José Luís, entio tu "cabreo"; sólo me queda decirte que estoy de acuerdo con lo que dices y que con la Iglesia hemos topado...aunque siempre haya personas decentes en ella.
Un abrazo.

Cierto amigo Fernando, pero eso es en realidad lo que me duele, que la labor de esos decentes que de empañada por los que no lo son tanto.
Un abrazo amigo, y perdona que haya tardado tanto en contestarte.







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