5 diciembre 2010
La de anoche fue una extraña noche, por circunstancias muy especiales que todos conocemos, a causa de los intereses de unos u otros un buen montón de españoles sufrieron frío, sed, y lo peor de todo, la sensación de impotencia de saber que se malograban esas vacaciones que tanto habían soñado, sin ánimo de demagogia, sí, esas vacaciones que todos soñamos siempre, por insignificantes que sean, esas que nos hacen afrontar el día a día con un ápice de ilusión más del que nos produce la ya de por sí complicada supervivencia.
La de anoche fue una extraña noche, por circunstancias muy especiales que todos conocemos, a causa de los intereses de unos u otros un buen montón de españoles sufrieron frío, sed, y lo peor de todo, la sensación de impotencia de saber que se malograban esas vacaciones que tanto habían soñado, sin ánimo de demagogia, sí, esas vacaciones que todos soñamos siempre, por insignificantes que sean, esas que nos hacen afrontar el día a día con un ápice de ilusión más del que nos produce la ya de por sí complicada supervivencia.
A lo largo de la noche todas las cadenas radiofónicas, además de continuos
informativos que en algunos momentos llegaban a ponernos los pelos de punta,
mencionando titulares en los que resaltaban actuaciones militares, estados de
alarma, delitos que podían conllevar una pena de varios años de prisión por
regirse por esa justicia del ejército, que ambas partes de esta singular
contienda nunca debieron procurar, se intercalaban testimonios de afectados por
esta disputa de intereses. De todos ellos, y eran muchos y sin duda escogidos
por su dramatismo, se me quedó grabado uno, el de una chica llamada Anabel, que
sentada en su cama, narraba desolada, como agotada, tras un día que se vio
obligada a comenzar muy de madrugada, por la causa de fuerza mayor de que su madre
agonizaba en un hospital de Barcelona, y que ella, habitando en una isla hubo
de preparar a contra reloj un viaje relámpago para pasar junto a su madre sus
últimos momentos de conciencia. Y como al final un cúmulo de contrariedades la
hicieron verse abocada a estar ahora, sin poder conciliar el sueño, en una cama
deshecha, llamando a una emisora de radio para encontrar algo de consuelo para
su pena, ya que contaba, entera, sin llanto, pero con una voz que
verdaderamente conmovía, que en esos amargos momentos se ahogaba de soledad,
que no tenía a nadie cercano y necesitaba de otro ser humano que la escuchara,
a quien poder contar cuanto le dolía saber que su madre moriría en la frialdad
de un hospital, por causa de los intereses materiales de unos u otros.
Anabel no te preocupes que anoche fuimos muchos los que te escuchamos y no
estuviste sola, yo, y estoy seguro que muchos otros oyentes compartimos tu
dolor, y sufrimos junto a ti tu particular calvario.
Señores... quienes tengan la culpa de haber llegado a este extremo... ¿De
verdad creen que no pudieron haber evitado todo esto?
Beatriz Basenji dijo
Lo que mas indigna que
quienes han negado su trabajo como controladores, no son individuos que
reclaman por haberes impagos ni salarios paupérrimos, sino todo lo contrario.
Quienes conocemos las realidades de paises emergentes, por ejemplo, sabemos de
trabajadores que caen bajo el dominio de maffias que les esclavizan
manteniéndolos en los lugares clandestinos de trabajo dia y noche , y ni
siquiera les permiten salir a la calle. Son esclavos y prisioneros. Esta no es
la situación de estos controladores cuyas actitudes no nos inspiran precisamente
solidaridad . Sino todo lo contrario. Casi todos los años en estas fechas
tenemos problemas con el transporte aéreo, si no quiebra alguna empresa , algún
sector se declara en huelga, y son cientos de miles las personas perjudicadas
que deben permanecer en los aeropuertos por el capricho de unos pocos .
Casos como el de esta joven que tu nos haces conocer, cuántos habrá ? Y personas que iban a ser transplantadas que perdieron su turno ? Familiares que no pudieron dar un último adiós a un pariente que falleció ?
¿Van estos controladores a resarcirnos ? Nunca. Tampoco lo harán esos nefastos políticos que mueven los hilos para que los controladores dejen de controlar, simplemente porque carecen de los mas mínimos valores éticos de frente a la sociedad que pretenden gobernar. Ninguno de ellos posee espíritu de servicio y sí unas ambiciones carentes de escrúpulos.
Cordiales saludos.
Casos como el de esta joven que tu nos haces conocer, cuántos habrá ? Y personas que iban a ser transplantadas que perdieron su turno ? Familiares que no pudieron dar un último adiós a un pariente que falleció ?
¿Van estos controladores a resarcirnos ? Nunca. Tampoco lo harán esos nefastos políticos que mueven los hilos para que los controladores dejen de controlar, simplemente porque carecen de los mas mínimos valores éticos de frente a la sociedad que pretenden gobernar. Ninguno de ellos posee espíritu de servicio y sí unas ambiciones carentes de escrúpulos.
Cordiales saludos.
ronal-boquin dijo
No pongo en duda las
reivindicaciones de los contraladores aéreos, pero aun mas claro que eso es que
por mas que tengan unas reivindaciones justas estas no pueden estar por encima
de los derechos de los demás. Así como han manejado las cosas es difícil
solidarizarse con ellos, al contrario, como humanos, no podemos sentir otra
cosa que no sea rabia y que se nos acongoje el corazón por casos como los de
Anabel; y solidarizarnos por lo tanto con todas aquellas personas que han
resultado afectadas.
popochan dijo
Vivo en un país donde
está prohibido manifestarse, encluso en la Red.
Pero tampoco podemos irnos al otro extremo y secundar huelgas salvajes
aprovechando la situación estratégica de la que gozamos.
Si les explico lo ocurrido a la gente de aquí... se les quitan las ganas de venir
a España. Un abrazo de tu compatriota, Popochán.
Pero tampoco podemos irnos al otro extremo y secundar huelgas salvajes
aprovechando la situación estratégica de la que gozamos.
Si les explico lo ocurrido a la gente de aquí... se les quitan las ganas de venir
a España. Un abrazo de tu compatriota, Popochán.
Cierto, este asunto ha
cobrado una desproporción que nadie podía sospechar. Sin embargo es verdad que
al final, sobre los que recae la injusticia y pagan los platos rotos del
egoismo de un colectivo, y la incapacidad manifiesta de un gobierno que cada vez
hace aguas en más frentes, son los mismos. Aquellos que con un sueldo escaso y
con mucha ilusión aportan a este país lo que la insensatez de sus líderes les
demanda. Esos pocos de mileuristas, que cada día se rompen la cara con la vida
para sacar adelante una familia, y que no con pocos esfuerzos reunen un puñado
de euros para poder escapar de la rutina y procurar unos días de disfrute a los
suyos, esos, son a los que las intrasigencias de las dos partes arruinaron sus
merecidas vacaciones. Ahora, cuando acabe para ellos la pesadilla de este
puente, el recuerdo de las colas y el frío que soportaron, volverán a su
rutinario trabajo y seguirán acribillados a impuesto para poder mantener a los
inútiles que gobiernan este sufrido país, mientras siguen con toda su ilusión
preparando sus próximas vacaciones, temerosos siempre de que cualquier otro
colectivo decida mostrar sus incomodidades con el gobierno y acabe una vez mas
con sus pocos días de relax.
Gracias Beatriz. Un
saludo.
Es lo más triste de
toda esta historia, que los más afectados sean a la vez los más indefensos.
Lástima que no exista una justicia que los ampare a ellos.
Saludos ronal.
Hola Popo.
Mejor no cuentes nada,
que aquí en España, si hay algo que nos sobra en estos momentos es mala
publicidad.
Un fuerte abrazo
amigo.
fernandomaria dijo
Me parece totalmente
indigna la huelga de los controladores. Creo que están demasiado bien
reconocidos, así que creo que sus quejas son totalmente injustificadas. Somos
muchos los que estamos sufriendo rebajas en nuestros salarios, así que vengan
estos privilegiados a perseguir más todavía me parece un total insulto. Las
causas que alegan me parecen ridículas. Lo que espero es que, como a cualquier
otro trabajador que incumple las normas de trabajo, éstos se vean sancionados
en la medida de la comisión de los hechos. Un país no puede estar doblegado por
unos cuantos asalariados que incumpliendo las normas que se exigen para
convocar una huelga, dejan al país cerrado al exterior y a ciudadanos rehenes
de sus actos. Intolerable.
Un abrazo, Jose Luís.
Un abrazo, Jose Luís.
Tienes toda la la
razón Fernando, no tienen ninguna justificación para hacer lo que hicieron, y
lo peor es que muchos no lo olvidarán fácilmente.
Un abrazo.
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